El vademécum del camarero perfecto

Trabajar como camarero implica un continuo contacto con el público, motivo por el que resulta fundamental que exista predisposición, buen aspecto, cortesía y velocidad.

4 MAR 2014 · Lectura: min.
Foto: Glamour & Paladar Catering
No importa si se trata de un restaurante con estrella o de un pequeño bar de provincia. El trabajo del camarero, hecho siempre con esfuerzo y seriedad, requiere capacidad, resistencia física y sobre todo una gran sensibilidad y empatía.

Son muchas las personas que se lanzan a esta profesión sin tener una mínima experiencia, esperando que con saber llevar algunos platos de la cocina a la mesa sea suficiente. Sin embargo, la realidad es bien diversa, ya que para el cliente el camarero representa la imagen del local en el que trabaja. Además de este aspecto fundamental, la calidad de la comida y la calidad del servicio pueden devolverle al restaurante el éxito o la ruina que se merece.

Todas las reglas para ser impecable en el trabajo

Trabajar como camarero implica un continuo contacto con el público. Por este motivo es fundamental que exista predisposición, buen aspecto, cortesía y velocidad, además de buenas capacidades mnemotécnicas y conocimientos sobre lenguas extranjeras como el inglés.

Para estar siempre perfecto en su puesto de trabajo el camarero deberá:

  • garantizar un servicio eficiente y de calidad;
  • reconocer a primera vista las exigencias de los diversos clientes y satisfacerlas;
  • saber hablar con los clientes de un modo persuasivo;
  • mejorar la organización de su trabajo y asegurar su máxima efectividad;
  • transmitir positividad a través del lenguaje corporal;
  • dar a los clientes sugerencias útiles que aseguren una buena fidelización;
  • hablar con un tono amigable y hospitalario, usando un lenguaje apropiado;
  • ser un vendedor eficaz;
  • gestionar de un modo constructivo los clientes difíciles.
Los pequeños gestos pueden marcar la diferencia

Aquí os dejamos algunos pequeños consejos que pueden utilizarse a diario para mimar y gratificar al cliente:

  • acoger a todos los clientes con una cálida bienvenida;
  • no poner al cliente que cena solo en un compromiso, haciendo preguntas como por ejemplo ‘espera a alguien?’
  • no interrumpir una conversación. Esperar pacientemente que acabe;
  • aconsejar sobre algunos platos, sin excederse ni resultar insistente;
  • estar preparados, sobre todo en los casos en los que no existe la figura del somelier, para aconsejar sobre los vinos disponibles en la carta;
  • abrir la botella de vino en la mesa, sin derramarla ni que toque el cuello de la misma con el borde del vaso;
  • no retirar el plato vacío de un cliente si el otro comensal aún está comiendo;
  • no usar el mismo vaso para dos vinos diversos;
  • nunca puede faltar el agua, el aceite o el pan sobre la mesa;
  • recordar siempre, antes de servir, de quién es cada plato;
  • preguntar al cliente que ha dejado un plato lleno qué problema ha habido con la comida;
  • durante el servicio deben evitarse los choques con mesas y sillas;
  • durante el servicio se aconseja comer y beber sólo en el espacio cerrado de la cocina;
  • debe cuidarse el aspecto, evitando utilizar perfumes o salir a fumar durante el servicio;
  • no beber durante el servicio;
  • no hacer discriminaciones o tener privilegios sobre algunos clientes: todos los clientes son iguales;
  • no debe hablarse de la propina.

Pasión, paciencia, respeto y profesionalidad representan las bases a partir de las cuáles debe iniciarse este tipo de actividad, que con el tiempo se enriquecerá de competencias y de experiencias y aportará muchas gratificaciones profesionales y posiblemente económicas.

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