Banco de alimentos: una iniciativa que debe ser de todos
Artículo revisado por el Comité
Es importante que todos nos impliquemos en esta iniciativa solidaria para reducir el hambre en el mundo.
Los bancos de alimentos son organizaciones sin ánimo de lucro que, por medio de la solidaridad y la concienciación social, tratan de paliar las necesidades alimenticias de los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad. Fundados en 1967 en los Estados Unidos, estas asociaciones trabajan para reducir el hambre a la par que promueven el consumo responsable de los alimentos con el objetivo de que no se desperdicie comida y que haya para todos.
Aunque los vemos mayoritariamente en Navidad, los bancos de alimentos trabajan durante todo el año donando alimentos por medio del reparto justo. Estas organizaciones no contactan directamente con la gente necesitada a nivel individual, sino que hacen uso de los canales benéficos de asistencia social reconocidos por el Estado para hacer llegar los productos a los más desfavorecidos del país.
Los bancos de alimentos reciben sus productos de distintas empresas, algunas alimentarias, como «mercas» e industrias y marcas especializadas en el procesamiento y transformación de frutas y verduras; pero otras no lo son. Tal es el caso de los colegios y de distintas firmas que donan el excedente alimentario a estas organizaciones no lucrativas. Por supuesto, la realización de campañas de sensibilización social que se basan en la recogida de alimentos no perecederos para repartirlo entre diversos colectivos, como la conocida «Operación Kilo», constituye otra de las vías mediante la cual los bancos de alimentos reciben comida para los más necesitados.
El primero que se creó en nuestro país fue el banco de alimentos de Barcelona, en 1987; en la actualidad, cuentan con más de 25 000 voluntarios, estables y eventuales, que hacen posible el desarrollo de la labor solidaria de estas asociaciones.
Como vemos, es sumamente importante nuestra colaboración para que esta empresa solidaria sea posible. La donación de los excedentes alimentarios de las empresas y los colegios y el uso responsable que hagamos de los alimentos permiten que aquellos colectivos que trabajan con personas en riesgo de exclusión social dispongan de comida para combatir hambre.
Además de colaborar con las campañas de recogida de alimentos que se llevan a cabo de manera periódica en los supermercados y centros comerciales, podemos ayudar a que esta iniciativa llegue más lejos formando parte de los voluntarios que, de manera desinteresada y completamente altruista, ayudan a los demás.