¿Conoces los beneficios de una dieta alcalina?

Aunque está en boga de muchos desde hacen unos años, la importancia de controlar la alcalinidad o acidez de los alimentos para preservar el estado natural de nuestro cuerpo no es algo nuevo. A comienzos del siglo XX, William Howard vinculó los cambios en los hábitos alimentarios con diversas enfermedades, como el reuma, debido al incremento de los niveles de acidez de nuestra sangre.

Además del reuma, la osteoporosis y la artrosis, otras afecciones están relacionadas con los valores de acidez o alcalinidad de la sangre: fatiga crónica, infecciones, trastornos gastrointestinales, cefaleas, insomnio, alergias e, incluso, el cáncer. De ahí que sea necesario controlar esos niveles.

Nuestro pH debe estar comprendido entre 7,35 y 7,45, que son los valores normales. Si el pH es mayor de 7,45, la sangre será más alcalina y si está por debajo, más ácida. ¿Cómo sabemos si un alimento elevará o reducirá el pH de la sangre? Gracias a la carga de ácido potencial renal, índice que refleja la cantidad de ácido que nuestros riñones eliminan y nos informa sobre cómo se metabolizan los alimentos, responsables de elevar o reducir la acidez o alcalinidad celular.

Beneficios de una dieta alcalina

Los beneficios de mantener el pH de nuestro cuerpo controlado son varios:

• Es un método eficaz para desintoxicar nuestro organismo y depurar la sangre de aquellas sustancias tóxicas que presentan algunos alimentos.
• Nuestro cuerpo absorberá mejor los nutrientes de los alimentos.
• Tendremos mayor energía para afrontar nuestro día a día.
• Incrementará la regeneración celular, sobre todo en casos de células dañadas.
• Aumentará nuestra capacidad inmune para hacer frente a las enfermedades, ya sea un simple catarro, ya sea la aparición de células cancerígenas.
• Es beneficiosa para el corazón.
• Reducira el riesgo de padecer diabetes o enfermedades renales.

¿Qué alimentos debemos incorporar a nuestra dieta?

No todos los alimentos son iguales. Para que los niveles de alcalinidad y acidez de la sangre sean correctos tendremos que aportar a nuestra dieta un 40 % de alimentos ácidos y un 60 % de sustancias alcalinas. Lograrlo es sencillo si realizamos modificaciones en nuestra dieta:

• Reducir la ingesta de carne y quesos.
• Aumentar el porcentaje de verdura. No todas son iguales. Por ejemplo, el brócoli, la col, la zanahoria, la lechuga y la coliflor, por ejemplo, son perfectas para nuestra sangre.
• Consumir de manera habitual frutos secos o deshidratados como almendras, higos, etc.
• Incorporar platos que contengan distintas variedades de granos, leguminosas y cereales, como quinua, trigo integral, soja, alfalfa, amaranto…
• Comer abundante fruta, sobre todo manzanas, peras, uvas, limones, naranjas, etc.
• Usar condimentos naturales, como el perejil o el jengibre.
• Algunos productos de tradición oriental son muy beneficiosos, como la espirulina, el tofu o la chiorella, considerados superalimentos debido a su alto contenido nutricional.
• Reducir la ingesta de cafés y apostar por las infusiones. El té, sobre todo el té verde, así como el diente de león, la cola de caballo o el hinojo contienen muchas propiedades que mejora´n nuestra salud.

Además de cambiar nuestra dieta, también debemos modificar nuestros hábitos. Comer lentamente, masticando bien los alimentos, caminar diariamente y practicar ejercicios respiratorios de manera habitual contribuyen a mantener los niveles de alcalinidad o acidez a raya.