Las claves para que el menú de oficina sea equilibrado

Comer platos caseros en la oficina no tiene por qué ser un suplicio si nos organizamos y planificamos nuestro menú semanal.

26 JUL 2018 · Lectura: min.
Las claves para que el menú de oficina sea equilibrado

Comer fuera de casa es sinónimo, en muchos casos, de comida rápida, de alimentos ricos en grasa y de comida basura. Pocas veces nos deleitamos con alimentos saludables.

Unas veces ello se debe a que disponemos de poco tiempo y vamos a lo rápido: una hamburguesa, un bocadillo en el bar de la esquina o un paquete de aperitivos para matar el hambre hasta que salgamos. Otras veces, porque comer en la calle implica abusar de fritos y de comida procesada, lo que no es bueno para la salud ni para la línea.

Aunque son muchas las empresas que tienen comedor y permiten a sus empleados traer comida de casa, la mayoría todavía se resiste a pasarse la tarde anterior cocinando para llevarse comida casera al trabajo. Otros no lo hacen por falta de tiempo. En cualquier caso, no siempre comemos aquello que realmente nuestro cuerpo necesita. Por eso, en GuiaCatering queremos darte algunas claves para que el menú de oficina sea equilibrado.

  1. Planifica tu menú semanalmente. Como lo más probable es que hagamos la compra una vez a la semana, los fines de semana, planificaremos lo que vamos a comer antes de ir a comprar para que podamos organizar la preparación de los platos con tiempo.
  2. Hay vida más allá de las ensaladas y los bocadillos. Está bien que lo hagamos un día, pero, por norma, no es bueno a abusar de los bocadillos y necesitamos algo más que una ensalada para poder soportar el ritmo diario. Por eso, incluye verduras, legumbres y proteínas de origen animal, así como piezas de fruta. El que nos llevemos la comida de casa no significa que no podamos llevarnos una ensalada de legumbres con verduras o un guiso de carne que podamos calentar en el microondas de la empresa. Un yogurt para beber y una pieza de fruta pueden ser el colofón perfecto a nuestro menú.
  3. Prepara la comida con antelación. Para no ir muy agobiados con los tiempos, podemos cocinar los fines de semana y guardar varios recipientes en el congelador o la nevera para toda la semana. De este modo, solo tendremos que descongelar el táper la noche de antes.
  4. Para beber, elige siempre agua. Aunque haga mucho calor y nos apetezca un refresco o una caña fresquita, si debemos seguir trabajando después de comer es mejor que bebamos solo agua. Además de que es más sano, y de que es lo único que realmente quita la sed, evitará que nos entre sueño, o que el azúcar del refresco se note en la talla de nuestros pantalones.
  5. Evita picar entre horas. Hay personas a las que el estrés les provoca hambre y tienden a comer galletas, frutos secos o alimentos dietéticos para matar el gusanillo. Eso no nos alimenta, tampoco nos quitará el hambre y, para colmo, hará que engordemos, sobre todo si tenemos predisposición a ello y no hacemos ejercicio físico. Si tenemos hambre, podemos llevarnos algo de fruta, como una manzana, un plátano o un recipiente con cerezas. Así saciaremos el apetito de manera sana y equilibrada.
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